Una acción dice más que mil palabras

¿Cómo entendemos las intenciones de otros a partir de sus acciones? [Por ejemplo, ¿cuál es la intención directa del jugador de la foto debajo?]. Sarah-Jayne Blakemore y Jean Decety publicaron en 2001 una revisión en la que trataron de dar respuesta a esta pregunta. Veamos la interesante perspectiva que estos dos autores proponen.

Fuente: www.ligafutbol.net (Noticia de 28 de noviembre de 2011)

Introducción
Los seres humanos tienen una habilidad inherente para entender las mentes de otras personas, la cual es un componente de lo que se conoce como "teoría de la mente". Esta revisión se enfocará en un nivel "bajo" de la teoría de la mente: la habilidad para entender las intenciones de otras personas a partir de la observación de sus acciones.

Movimiento biológico
La percepción visual de movimiento es una fuente particularmente crucial de entrada sensorial. Es esencial ser capaz de extraer el movimiento de las formas biológicas de entre otros tipos de movimiento en el entorno natural, con el fin de predecir las acciones de otros individuos. De hecho, como animales sociales, los seres humanos se comportan enormemente con base en sus interpretaciones y las predicciones acerca de las acciones de otros.

A través del uso de la técnica de puntos que se mueven, varios investigadores han mostrado que los observadores pueden reconocer no sólo la locomoción, sino también el sexo de la persona, sus rasgos de personalidad y emociones, y acciones complejas, tales como bailar, representadas sólo por puntos que se mueven (Koslowski & Cutting, 1978; Dittrich et al., 1996). [Ver ejemplo relacionado (y parte II)].

Blakemore y Decety explican, además, que la percepción de movimiento biológico no es una capacidad restringida a los adultos; los bebés hasta de tres meses pueden discriminar entre imágenes con puntos moviéndose que muestran una persona que camina (movimiento biológico) e imágenes en las cuales los mismos puntos se mueven aleatoriamente (movimiento no biológico) (Bertenthal, 1993).

Por eso, añaden Blakemore y Decety, dada la importancia evolutiva de detectar movimiento biológico, es lógico esperar que exista una maquinaria neural específica para su percepción. Por ejemplo, los estudios de células individuales en el área temporal superior polisensorial (TSP) del mono -la cual recibe inputs desde las corrientes ventral y dorsal- han identificado células que responden selectivamente al movimiento biológico. En humanos, los estudios de neuroimagen cerebral han intentado investigar si la percepción de movimiento biológico está también soportada por una red neural específica. En tales estudios, el surco temporal superior posterior derecho ha mostrado ser claramente importante para la detección del movimiento biológico. Esta área, considerada como el homólogo humano del área TSP, recibe información de las corrientes visuales dorsal y ventral (implicadas en la visión para la acción y la visión para la identificación, respectivamente), volviéndolo una interfaz entre la percepción para la identificación y la percepción para la acción. Esta combinación de información visual sería útil para reconocer los movimientos de otros seres inanimados y categorizarlos como amenazadores o atractivos, para predecir sus acciones futuras y dar una respuesta apropiada.

Imágenes estáticas que expresan dinámica
Según Blakemore y Decety, el cerebro parece venir preparado para percibir el movimiento, aun en estímulos estacionarios. Por eso, citan a Freyd, quien condujo una serie de estudios que mostraban que fotografías quietas que capturaban un objeto en el proceso de movimiento [como la del futbolista que aparece al principio de esta entrada] inducían la percepción de movimiento, de tal manera que cuando los sujetos veían imágenes estáticas que expresaban información dinámica, la región del cerebro especializada para el procesamiento de movimiento visual -la unión occipitotemporal (el área visual temporal medial, MT/V5 y el área temporal superior medial) se activaba. En cambio, las imágenes que expresaban información no dinámica, tal como una persona sentada en un sillón, no activaban esta área. Según Blakemore y Decety, estos hechos muestran que el cerebro almacena las representaciones internas de la información dinámica, lo cual puede ser usado para recordar movimientos pasados y anticipar movimientos futuros, aun a partir de información visual muy parcial.

De acuerdo con evidencia al respecto, Blakemore y Decety puntualizan que la corteza parietal inferior y la corteza premotora están implicadas sólo en la percepción del movimiento biomecánicamente posible, indicando que estas regiones son selectivamente activadas para procesar acciones que se ajustan a las propias capacidades del observador.

Reconocimiento de nuestras propias intenciones
¿Cuál es el mecanismo tras la atribución automática de intención a las acciones de las otras personas?, se preguntan Blakemore y Decety. Posiblemente, inferir las intenciones a partir de las acciones observadas depende del mismo mecanismo que le da una etiqueta a las consecuencias de las propias acciones de uno como producidas por las intenciones propias. ¿Se entiende? Blakemore y Decety lo explican más en detalle. Veamos.

Según los autores, existe evidencia importante de que reconocemos las consecuencias sensoriales de nuestras propias intenciones a través del uso de un mecanismo predictivo de modelo hacia delante (Ito, 1970; Wolpert et al., 1995; Wolpert et al., 2000; Frith et al., 2000). 

El modelo hacia delante automáticamente predice las consecuencias sensoriales de las intenciones auto-generadas y almacena las predicciones sensoriales asociadas con una amplia variedad de acciones motoras. Específicamente, se propone que durante las acciones auto-generadas el modelo hacia delante usa señales de copia de la eferencia [conocida, de cariño, sólo como "copias eferentes"] (Von Holst, 1954), las cuales son producidas paralelamente a la orden motora, con el fin de poder predecir las consecuencias sensoriales del acto motor. Esta predicción sensorial es comparada con las consecuencias sensoriales reales del acto y los resultados de la comparación pueden ser usados para determinar la fuente de los eventos sensoriales, así:
  • Las sensaciones auto-generadas pueden ser predichas correctamente con base en las señales de la copia de la eferencia. Esta predicción exacta puede ser usada para cancelar o atenuar la sensación siguiente.
  • Las sensaciones generadas externamente no están asociadas con ninguna señal de copia de eferencia y, por eso, el modelo hacia delante no puede predecirlas con total exactitud.

Adicionalmente, existe evidencia de que el cerebelo estaría implicado en el sistema predictor de los estímulos auto-generados, ya que almacenaría las representaciones de las órdenes motoras y sus consecuencias sensoriales, y de la cinemática corporal, las herramientas externas y los contextos de la acción desde los cuales se hacen las predicciones. Aún más, agregan Blakemore y Decety, junto con regiones corticales superiores, el cerebelo sería el encargado de establecer la correspondencia entre los estados pretendidos y los alcanzados.

En consecuencia, para responder la pregunta que inicialmente se hicieron Blakemore y Decety, es posible que el proceso que usa el modelo hacia delante para predecir las consecuencias sensoriales de los movimientos propios pueda ser usado también para estimar las intenciones a partir de la observación de las acciones de otras personas

El modelo hacia delante almacena las representaciones de las predicciones sensoriales asociadas con múltiples acciones (Miall et al., 1993) y estas predicciones están basadas en los comandos motores requeridos para ejecutar las acciones. La dirección típica de la predicción en el modelo hacia delante es desde intenciones auto-generadas y órdenes motoras hacia las consecuencias de las acciones. Cuando observamos las acciones de otra persona, un mecanismo relacionado podría operar en dirección inversa [desde las consecuencias de las acciones hacia las intenciones y órdenes motoras]:



En suma, a partir de la simulación de las acciones de otra persona y de su mapeo sobre las representaciones almacenadas de nuestros propios comandos motores y sus consecuencias -los cuales están almacenados en el cerebelo (Imamizu et al., 2000; Wolpert et al., 1998)- podría ser posible estimar los estados internos de la persona observada, lo cual, en cambio, no podría ser leído directamente sólo a partir de sus movimientos.

El papel de la simulación y la imitación
Según Blakemore y Decety, actualmente existe fuerte evidencia de que, en humanos, varias regiones cerebrales, incluyendo la corteza premotora, la corteza parietal posterior y el cerebelo, se activan durante la generación de acciones, así como mientras se observan y simulan las acciones de otros.

Blakemore y Decety explican que el vínculo natural entre la observación y la generación de la acción estaría en la imitación motora. Específicamente, la imitación podría servir como una forma automática de interpretación de los comportamientos de los otros en términos de sus intenciones y deseos subyacentes (Gopnik & Meltzoff, 1997). De hecho, la activación de regiones como el surco temporal superior y la corteza prefrontal medial durante la imitación, soporta la propuesta de que la imitación motora proporcionaría una vía para el desarrollo de la teoría de la mente.

Conclusión
Blakemore y Decety concluyen, entonces, que los estudios psicofísicos y neurofisiológicos que ellos revisaron en este artículo soportan la idea de que el cerebro es una máquina poderosamente simuladora, diseñada para detectar el movimiento biológico, con el fin de extraer las intenciones del movimiento y de predecir las acciones futuras de otros seres animados.

Referencia:
Blakemore, SJ. & Decety, J. (2001). From the Perception of Action to the Understanding of Intention. Nature Reviews Neuroscience, 2. pp. 561-567.

Comentario
Bien, -¡al fin volvimos!- esta fue la presentación de nuestro -ansiado- artículo de un hoy que por fin fue hoy. ¡Súper interesante!, ¿verdad? Si tienen la oportunidad o posibilidad de leerlo, por favor háganlo pues les proporcionará muchas ideas y preguntas. Como vimos, Blakemore y Decety utilizaron una explicación desde el comportamiento motor, para responder la pregunta acerca de cómo es que podemos inferir intenciones a partir de como vemos que actúan los otros. Específicamente, los autores se remitieron al concepto de "modelos hacia delante" (uno de los modelos internos del control motor) para afirmar, de manera muy coherente, que quizás el mismo proceso de predicción se utilice, pero a la inversa, como proceso de estimación cuando se observan acciones (motoras) en otras personas. Evidencia de ello es la fuerte "facilidad" o "tendencia" que tenemos los seres humanos -desde que nacemos- a imitar a nuestros semejantes, además de la fascinante habilidad inherente para detectar el movimiento biológico (¿o acaso a alguien no le da como inquietud la foto del principio, como una tendencia a querer ver finalizada la acción?).

Finalmente, ¡es nuestra "obligación" resaltar el papel del cerebelo en toda esta impresionante habilidad! ¿Será, entonces, que el cerebelo estará implicado de manera fundamental en la lectura emocional también? ¿O directamente en la teoría de la mente? ¿O en trastornos como el autismo? ¡Cuánto, aún, nos falta por conocer! Pero, ahí vamos...



¿Te pareció interesante o útil esta información? Seguro a alguien que conoces, también. ¡No dudes en compartirla!


¿Correcciones, preguntas o sugerencias? --> ¡Siempre puedes contactarnos, comentar o seguirnos en Facebook o Twitter!

Comentarios